
Historia de la Danza de los Yunteros en Xalatlaco
La Danza de los Yunteros es una de las expresiones más emblemáticas de la tradición nahua en Xalatlaco, Estado de México, un pueblo con raíces indígenas profundas que se entretejen con el catolicismo colonial y el ciclo agrícola ancestral. Esta danza-teatro, que representa las labores cotidianas en una hacienda maicera, no solo evoca el trabajo campesino, sino que sirve como un ritual de memoria colectiva, reafirmando la identidad étnica y la reciprocidad con los santos y antepasados.
Su origen se remonta al contacto histórico de los habitantes de Xalatlaco con las haciendas del Valle de Toluca y Morelos, durante la época colonial y poscolonial, cuando los nahuas participaban en el arriería y el cultivo de maíz como parte de las economías locales. La tradición oral, transmitida hasta la Revolución Mexicana de 1910 y la arriería a mediados del siglo XX, preserva estos recuerdos, aunque Xalatlaco dejó de autoidentificarse formalmente como indígena hace décadas. Su nombre antiguo en náhuatl, «Elomícatl», que significa «maíz para los difuntos», subraya su vínculo con las ofrendas a los ancestros y el ciclo vital del maíz, eje de la cosmovisión nahua.

En su estructura, la danza recrea una jerarquía social y étnica típica de las haciendas: el Patrón como dueño absoluto, el Administrador y Mayordomo como intermediarios, el Capitán bilingüe que traduce órdenes, y los operarios —Azadoneros, Gañanes, Barbaritas (esposas de los labradores) y Torderos— que ejecutan las tareas del campo. Destacan también los «Juan Pedros», personajes negros armados que vigilan la milpa contra plagas y animales, incorporando elementos de vigilancia y posible rebelión. La escenografía incluye un «mirador» de cuatro metros para espantar pájaros y «tablas» de cultivo dedicadas a los santos, recordando los terrenos eclesiásticos administrados por mayordomías hasta fines de la década de 1960. Los parlamentos alternan entre castellano (para la élite) y náhuatl (para los trabajadores), reflejando divisiones lingüísticas y sociales. La secuencia narrativa comienza con la llegada a la iglesia para pedir permiso al santo, sigue con el reparto de herramientas, el laboreo, el registro del trabajo, un banquete comunitario y culmina en un volado donde el Patrón pierde la hacienda, simbolizando la finitud del mandato y la renovación cíclica de la vida.
El significado profundo de los Yunteros radica en su función como ofrenda propiciatoria y de agradecimiento, estableciendo un equilibrio recíproco entre humanos, santos y naturaleza. Bajo el concepto nahua de «ollin yoliztli» (la vida en movimiento), la danza actualiza la relación de intercambio: los danzantes «alimentan» al cuerpo social y divino con su esfuerzo, exigiendo a cambio bendiciones y una retribución justa por el trabajo, lo que puede incluir reclamos o conflictos simbólicos. Marca ritualmente el inicio de la cosecha de maíz seco, precediendo a la fiesta de los difuntos, a quienes se ofrece el maíz nuevo como puente entre vivos y muertos.
Su conexión inseparable con San Francisco de Asís se materializa en la fecha de su ejecución: se baila exclusivamente el 4 de octubre, durante la fiesta del barrio de San Francisco en Xalatlaco, cerrando el ciclo anual de celebraciones a los santos patronos de los cuatro barrios del pueblo. San Francisco, protector de la naturaleza y los animales —y por extensión, del ciclo agrícola—, recibe en esta danza una ofrenda que honra su rol como mediador entre el mundo terrenal y el divino. Las «tablas» escenográficas representan los terrenos históricos dedicados al santo, administrados por cofradías locales hasta el siglo XX, fusionando así la devoción católica con rituales prehispánicos. Esta tradición, vital pese a los retos de la modernidad como la migración y la pérdida de transmisión oral, perdura como un testimonio vivo de la resiliencia cultural nahua, donde el maíz no es solo alimento, sino memoria encarnada en movimiento.